Muchas veces decimos perdonar las faltas que nuestro cónyuge pero guardamos el registro en un cajón de nuestra memoria para uso posterior, como si fueran balas que almacenamos por si acaso. Traer esas ofensas pasadas al presente es muy útil cuando queremos ganar una discusión y nuestros argumentos parecen no tener suficiente peso. Entonces sacamos el As bajo la manga. Tal vez si producimos suficiente culpa en nuestro cónyuge baje la guardia.
También es muy útil refrescar el pasado cuando queremos defendernos de una crítica hacia nuestra persona por parte de nuestro esposo(a).
Suena algo como esto: -“Tu como te atreves a decirme eso.. Ya no te acuerdas cuando… “-
Pero traer ofensas pasadas al presente nunca unió más a un matrimonio. Siempre produce más división, más separación. Inclusive produce un sentimiento de “traición”.
Si vamos a perdonar, ¿Por qué no perdonar bien? . El perdón no se completa sino hasta que decidimos nunca más recordarle a nuestro cónyuge su pecado. Nuestro Modelo de Perdón es Dios mismo. Jamás nos vuelve a recordar un pecado del cual nos arrepentimos:
"—dice el Señor—. Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados". Jeremías 31:34b
Tal vez todavía tengas guardadas algunas balas, esperando el momento oportuno para usarlas. ¿Por qué no decides hoy renunciar para siempre a tu derecho de recordar esas viejas ofensas y perdonar definitivamente?
Le estarás haciendo un bien a tu Matrimonio.
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