Todas desde niñas soñamos en grande, no había límites para las cosas que podíamos lograr en un futuro, nuestras habilidades, apariencia, carrera, o incluso la familia que queríamos formar. Pero algo sucedió mientras crecíamos, nuestros sueños se empezaron a parecer más y más a los de las amigas, e incluso muchas perdimos la habilidad de soñar y nos conformamos con realidades nada parecidas a lo que esperábamos vivir. Vivimos en un mundo donde somos enseñadas a copiar moldes de mujeres que por decisión colectiva, por los medios o incluso por la cultura son modelos ideales. De haber sido creadas para algo extraordinario nos convertimos en ordinarias.
Efesios 2:10-12 Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.
Una mujer ordinaria es aquella que se conforma con una vida cotidiana y sin propósito pero se la vive comparándose con otras mujeres que viven cosas que a ella le gustaría vivir. Frustrada por cumplir con todas las exigencias de nuestro alrededor más que por agradar a Dios.
¿Por qué nos convertimos en mujeres ordinarias?
Porque correr contra la corriente es muy difícil, sobre todo en esta época. La cultura actual es tan fuerte que celebra el "pensar diferente", sin embargo terminas siendo igual que todas. Perdiéndonos de lo extraordinarias que Dios nos hizo.
Hay siete aspectos de los que te quiero hablar en una serie de blogs, que estaré publicando en las próximas semanas. Estos aspectos son tan sutiles que ni nos damos cuenta cuando ya nos transformaron en algo que no queríamos ser:
Comparación
Temor
Conformismo
Falta de propósito
Manejo del tiempo
Acciones destructivas
1.- Comparación
Quiero empezar con la comparación, porque es uno de los males que más enfrentamos las mujeres. Antes solamente te comparabas con tus amigas del salón de clases o del trabajo, con las vecinas o típicamente las mamás nos comparaban con las primas, quién estaba más alta, o más desarrollada ¿Recuerdas eso? Pero hoy en día nos comparamos con miles de mujeres que seguimos en nuestras redes sociales. Ya no es solo la gente que nos rodea, son los #RelationshipGoals que te topas todos los días en Instagram, el cuerpazo de esa mujer #Fit que sigues, las habilidades sobrenaturales de cocina, decoración, y fotografía que jamás logras alcanzar, etc.
La comparación es tu punto de comparación contigo mismo. Y es muy engañosa, porque muchas veces nos comparamos con personas que desde nuestra perspectiva están “peor que nosotras” entonces lo utilizamos como escusa para conformarnos con nuestra situación. Ejemplo: “Pues mi matrimonio no esta tan mal” “Bueno no estoy tan gorda” “Pues al menos yo termine la carrera” etc. Por otro lado, tomamos como punto de comparación a esas amigas que les ha ido muy bien en la vida, y han alcanzado grandes metas, entonces vemos inalcanzable ser como ellas, por lo que nos justificamos porque a nosotras no se no ha dado as oportunidades que a ellas. Ejemplos: “Es que sus papás si la apoyaron” “Es que su apellido es famoso” “Es que su esposo si esta guapo” “Es que ella es inmune a los carbohidratos”, etc.
Si te das cuenta las dos posturas son muy cómodas y nos dejan en dónde mismo. Y bueno si solo nos comparamos y ya, sería triste por el poco avance y ya, pero el problema es que la comparación desata pensamientos destructivos, actitudes egoístas, alimenta rencores profundos, y al final del día nos vuelve amargadas, y de un corazón amargado solo sale amargura.
Lucas 6:45 NTV Una persona buena produce cosas buenas del tesoro de su buen corazón, y una persona mala produce cosas malas del tesoro de su mal corazón. Lo que uno dice brota de lo que hay en el corazón.
La solución para la comparación es enfocarte en lo que Dios ha depositado en tus manos y qué tienes que hacer con ello. En otras palabras, enfocarte en tu propio trabajo para alcanzar tu propósito.
Gálatas 6:4 NTV Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie.
Como mujer este versículo de la Biblia es uno de mis favoritos y más útiles, porque nos da la estrategia para evitar la comparación:
Primero, enfócate en la meta correcta.
Todos tenemos un propósito, en general yo considero que todas tenemos el propósito de Conocer y amar Dios, y luego darlo a conocer a otros. Sin embargo, Dios ha depositados cosas especificas en nosotras como talentos, recursos, personalidad, etc.; además otras variantes pueden ser nuestras decisiones, por ejemplo, nuestra carrera, pareja, hijos etc. y otra variante, son los tiempos, temporadas y procesos por los que estamos viviendo. Todo esto crea un propósito muy especifico para cada una y en cada etapa de nuestra vida. Este propósito debe ser mi enfoque, diseñar mis metas en la mujer que tengo que ser en este momento, esto me lleva a pensar que ni siquiera deberíamos de compararnos con otras versiones de nosotras mismas del pasado.
Para lograr ese enfoque, pregúntate:
¿Qué etapa de vida estoy viviendo?
¿Qué ha depositado Dios en mis manos, y me ha confiado para administrar?
¿Cuáles son mis prioridades en este momento?
¿Qué quiero lograr en unos años y qué debo trabajar hoy para logarlo?
Es inevitable ver a otras mujeres que nos inspiran a ser mejores, y eso no esta mal, pero solo has eso, “Inspírate” y luego regresa a enfocarte en tu propio trabajo. Esa mujer que admiras tanto, se enfocó y se esforzó en su propio trabajo en el pasado para lograr lo que tanto admiras hoy. Pero a veces, eso que tu vez con tanta admiración le costo muy caro a esa mujer, a muchas les ha costado su salud, su relación con sus hijos y su matrimonio.
Segundo, trabaja duro
Cuando estas enfocada, puedes tener una perspectiva correcta de lo que debes hacer, pero el fruto no viene solo de pensar “correctamente” hay que llevarlo a la acción, si ya respondiste objetivamente ¿Qué tengo que estar haciendo en este momento? Entonces ahora manos a la obra.
Trabaja duro, esfuérzate, midiendo tus fuerzas y tiempos y descansando cuando es necesario, y manteniendo prioridades sensatas. Levántate más temprano, da la milla extra, siembra en tu futuro, aprende cosas nuevas, invierte en tus talentos.
Proverbios 21:5 Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza.
Trabajamos duro, en lo que a nosotras nos corresponde, y en las cosas que están fuera de nuestras manos o donde no tenemos los recursos necesarios, confiamos en Dios. Si Él ya nos ha dado tantas cosas, que no nos dará si reconocemos nuestra necesidad de Él. Y cuando llegamos a las metas, el que se llevará todo el reconocimiento será Él.
Recibe la recompensa y satisfacción
Que padre es cuando ya empiezas a ver los resultados de tu trabajo, te sientes orgullosa de ti misma, disfrutas de la victoria. A mi me encanta cuando mis hijas me dicen, cuando sea mamá quiero ser como tu, o cuando me saco una excelente calificación en la universidad, o cuando termino un libro, y mi preferida cuando mi esposo me ve completamente enamorado de mi.
Podemos disfrutar de la recompensa de nuestro trabajo, pero lo siguiente es continuar, por que todavía hay espacio para crecer. Yo te recomiendo disfrutar el día a día, pero seguir trabajando por esas metas que significan más reto y que están dejando un legado para tus futuras generaciones.
En todo momento ¡No te olvides de reconocer a Dios en tus victorias! Por que él te dado todo, la vida, las fuerzas, la creatividad, etc.
Deuteronomio 8:18 NTV Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento.
Este punto es riesgoso porque es donde nos podemos conformar, y como les decía en el primer punto, compararnos con victorias pasadas y no avanzar. “Recuerdo cuando fui…” “Es que un día logré … “y quedarnos solo en eso. Pero tenemos que enfocarnos en la siguiente versión que debemos ser de nosotras mismas, por que Dios siempre tiene mejores planes para nosotras.
Efesios 3:20 NTV Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros.
No hay necesidad de comparación
¡Me encanta! Cuando estamos enfocadas en nuestro propósito, trabajando duro y disfrutando de las pequeñas y grandes victorias, ni tiempo tenemos de comprarnos. Al contrario, ahora nosotros podemos ser mujeres que inspiran y retan a otras a hacer los mismo.
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